Todo ocurrió un día que me vi haciendo unas 10 (o 15, no recuerdo) series en una cuesta de casi un kilómetro que hay cerca (concepto relativo) de mi casa. Uno de esos entrenamientos en los que salir de casa cuesta más que cuando uno iba a clase un lunes por la mañana. Pero ese día me hizo reflexionar, parar entre serie y serie, recoger los pulmones y cuando el corazón dejó de bombear a 200 ppm ponerlo a su vera y pensar ¿hay necesidad de esto? ¿para qué narices estoy entrenando? ¿por qué estoy entrenando como si fuera un pro?
Evidentemente entiendo que los pros tienen unos entrenamientos programados que les hacen subir de nivel, a veces más divertidos, a veces menos divertidos. Series para coger velocidad, jornadas de largos kilometrajes para fondo y cabeza,.... con una dieta controlada que les aporte todos los nutrientes necesarios para un perfecto rendimiento, etc etc. Lógico y normal, es su trabajo, viven de ello.
Pero yo no. Yo necesito disfrutar con lo que hago, tengo que tener ganas de salir a entrenar, de mejorar con diversión, de picarme con amigos y conmigo mismo. Y aquí es donde entra mi nuevo y mejor entrenador, MI CUERPO.
El 11 de Mayo me enfrento de nuevo a la Transvulcania, realmente me encuentro mejor que el año pasado, no sé si mejoraré el tiempo del año pasado, lo que si puedo asegurar es que he disfrutado mucho entrenando en esta última época y con este nuevo entrenador, estoy encantado y muy muy MOTIVADO.
#roadtotransvulcania
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